Instrucciones para ser una periocida*

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En primer lugar debes instalarte en la duda constante. Dudar como posición política, profesional y personal. Ten claras cuatro cosas justas: dónde está tu tribu; qué libro de poesía tienes que tener siempre a mano en la mesita de noche; que no debes enviar whatsapps a ex(loquesea) cuando vuelvas a casa pelín perjudicada; y que las tortillas de menos de cinco huevos no merecen el esfuerzo. No necesitas más seguridades en tu vida. El resto es dogmatismo y cualquier buen periocida huirá siempre de todo lo que se dé por sentado.

Lo ideal para convertirse en periocida es haber pasado la infancia y la adolescencia en un pueblo de menos de 4.000 habitantes. No es indispensable pero ayuda y acelera el proceso. Si eres de pueblo, los domingos por la tarde no hay nada más que hacer que ir al cine (hasta que cierren el cine, pero ya estarás viviendo fuera y no te importará hasta que te toque volver a vivir allí). Irás al cine todos los domingos entre los 5 y los 17 años. Pongan lo que pongan. Tu conciencia crítica y tus niveles de tolerancia se incrementarán por encima de la media, significativamente por encima de la de la gente que ha tenido más opciones y que ha podido elegir en unos multicines. Aprenderás los significados de los verbos “aguantar” y “tragar con todo”. Tranquila. Ya escupirás unos años más tarde.

Céntrate en las ciencias durante todo tu recorrido escolar. Odia las matemáticas. La química, la física y la biología te abrirán las puertas a una carrera “con futuro”. Empieza a estudiar medicina. Déjalo a los dos años. No eres tonta pero te gusta demasiado vivir como para perder seis años (con el ritmo que llevas en tu caso serían diez) de tu vida estudiando algo que sabes que no quieres hacer. Tu padre te quitará los derechos sobre Pepe (el cráneo con el que él mismo estudió) pero el trauma se te pasará unos doce años después, cuando veas que de tus compañeros de promoción apenas tres o cuatro tienen trabajo fijo al terminar la residencia y que la mayoría han terminado cubriendo guardias en clínicas privadas, echándose al monte o de dependientes de tienda, exactamente igual que tú. ¡Y no te quejes! Que alrededor todo es paro.

Cuando decidas dejar tu carrera de ciencias con futuro da un giro de verdad y estudia algo de letras… Como periodismo. Múdate a alguna ciudad como… ¿Salamanca? Lee todo lo que caiga en tu mano, vete a todos los cineforums que se organicen, a todas las fiestas universitarias que puedas y escapa de erasmus y tunos. Enamórate una media de dos veces al mes. Cultiva los amores platónicos y los fracasos presenciales. Critica a los programas del corazón y a la gente que los ve “porque sin audiencia no estarían ahí”. Ya llegará el día en el que asumas que tú también eres “gente” y te bajes de la burra. Pero mientras estudias intenta estar subida en la burra más grande que encuentres y ser apestosamente petarda. No lo conseguirás. Se te ve el pueblo a leguas. Harás amigos y amigas que conservarás para el resto de tu vida y con los que podrás volver a tener 20 años, por muchas décadas que pasen. Alguna se quedará por el camino. Le pondrás birras, gominolas y música a su foto las noches de muertos.

Sé becaria durante los veranos, aunque tampoco viene nada mal ser camarera un par de ellos. Empieza a trabajar -a ser posible- antes de terminar la carrera y descubre que no has aprendido nada. Miento. Has aprendido un millón de cosas. Ninguna útil para el desempeño profesional. Ese lo vas a adquirir metiendo la pata, pateando calle, olvidando las pilas de repuesto de la grabadora y observando y leyendo a la gente con la que compartes redacción. Si tu primer trabajo es -por ejemplo- en una agencia, aprenderás a ir al grano rápidamente y a que tus textos tienen que servirle a medios de comunicación de cualquier ideología. A nadie le importa tu opinión salvo en la hora del café. El periodista no existe. No tienes nombre. Firmas con siglas: mtc.

Vivir y trabajar en otro país durante al menos un año también es importante en la formación del periocida. Uruguay es un destino fabuloso. Un lugar del mundo que se autodenomina “el paisito” sólo puede ser beneficioso para alguien que duda, que llora con cualquier final de película con música tramposa, que escribe y que es de pueblo. Vuelve y haz un máster. Nadie te va a contratar sólo con la carrera y dos años de experiencia en una agencia de noticias internacional, uno de ellos como corresponsal en el extranjero. Duda.

Después del máster lo ideal es volver al pueblo y trabajar para la sección local de un periódico regional. Da igual la orientación de dicho medio o el soporte. Lo importante es que no estés en una redacción, que hagas más de 1.000 kms al mes sin salir de tu comarca y que vuelvas a vivir con tus padres en su casa después de diez años fuera. Vuelve para cuatro meses. Quédate dos años y medio.

Cuando termine este periodo estarás lista para declararte periocida. Llama a tu jefe y dile que te vas, que no tragas más, escupe, bájate de la burra y márchate lejos. Prefieres tener un curro de supervivencia en unos veinte duros nórdicos y escribir lo que te dé la gana antes que seguir siendo más tiempo una falsa autónoma que no hace periodismo. Porque por lo que has visto y vivido, los medios de comunicación tradicionales hace mucho que dejaron de ser medios informativos y se convirtieron en medios de propaganda. Con tu suicidio profesional lograrás desconectar de verdad cuando termina tu jornada y empezar a disfrutar por fin de cada una de tus dudas.

*Definición oficial de periocida recogida en el Diccionario Reseteador

Quinto ejercicio del taller de escritura “Escribo, luego soy. Ficción autobiográfica”
Primer ejercicio: “Yo y mis libros”
Segundo ejercicio: “Mantra gestual”
Tercer ejercicio: «Vientos»
Cuarto ejercicio: «La felicidad nunca es completa»

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