Pongamos que te dicen que no cruces esa puerta, que hay otras, que habrá más, que vendrán algunas nuevas con distintos paisajes detrás. Pero esa… Esa olvídala, como si no existiese.
Que la curiosidad mata a los gatos. Que las siete vidas tienen fecha de caducidad.
No mires por la mirilla si es que la tiene ni intentes husmear por el hueco de la llave. No hay nada que te pueda interesar. ¡Con la de opciones que se te ofrecen al otro lado de esas otras hermosas manillas!
Elige entre todo menos lo que realmente quieres. No será lo que deseas, pero algo será. Confórmate. No queda otra.
¿O sí?
Tal vez puedas abrirla aunque te digan que está cerrada con mil candados. Tal vez sea como esas portillas de las casas de los pueblos pequeños que nunca jamás echan el pestillo, aunque por fuera parezcan infranqueables.
Simplemente acércate, prueba.
Quizás puedas cruzar al otro lado y descubrir que -al menos- sigues aquí.