Me dio la tarde de repasar fotos y de cruzar el charco y desembarcar en el Río de la Plata ocho años después.
Varias casas y ciudades más tarde (Madrid, Oviedo, Llanes, Barcelona, de nuevo Oviedo y -al fin- Xixón) me encuentro esta foto de un paseo por la rambla montevideana cuando me fueron a visitar mis padres. Era abril de 2008 y el verano austral se tornaba otoño, luminoso aún, como este noviembre en el que parece que me aposiento después de idas y vueltas.
Esa foto me ha recordado inevitablemente a esta otra:
Tiene apenas un par de semanas y constata mi cambio de escenario. La vuelta al mar como telón de fondo de lo que suceda a partir de ahora.
No dejo de encontrar similitudes.
Y sonrío.
Dicen que las comparaciones son odiosas. Yo creo que a veces son un regalo.