Parece que ya puedo decir claramente que me he reconciliado con esta ciudad. Ha cambiado mucho respecto a la que viví entre 2000 y 2002, pero tampoco yo soy la misma. No las tenía todas conmigo hace (casi) un año cuando regresé, pero a día de hoy sé que no me equivoqué para nada, que estoy donde tengo que estar… Y más importante: Quiero estar aquí.
Puede que ésta os parezca una afirmación tonta, pero llevo años de tumbos porque siempre pensé que nunca estaba donde quería estar y entonces había que buscar nuevo destino y volver a empezar todo el rato. Pero -por el momento- tengo que hacer muchas cosas que sólo puedo hacerlas con la tranquilidad que me da estar aquí, con la familia y la mar cerca. Ayuda sin duda tener un curro de supervivencia que no me quita el sueño ni me da quebraderos de cabeza y que me deja el tiempo libre necesario para hacer lo que quiero.
No tengo cerca ni a la mitad de la gente que me importa, pero el contacto se mantiene y «están» de mil formas.
No es mi ciudad favorita del mundo pero ya tengo bar favorito.
Es una ciudad que me permite andar lenta y pensar despacio, pero que me deja acelerarme tan a gusto que me puedo ir a dormir con unos puntos suspensivos colgando de la comisura de los labios.
Siempre tenemos esa sensación de no estar en el sitio correcto! Por eso, tu decisión es muy valiente! Disfrútala! Seguro que es muy positiva y te enriquece! Besos!
Me alegro mucho que hayas encontrado por fin el lugar en el que estar y no aquel lugar al que ir después. Yo aún me encuentro en esa situación, dónde ir, dónde empezar, dónde finalmente voy a sentir que quiero estar. Ojalá lo encuentre pronto. Un beso enorme querida 🙂
¡Linda! Siempre tengo lugares a los que ir después. La diferencia ahora es que no siento urgencia de cambio de ubicación. Llegará o no, pero mientras tanto me quedo con el sentimiento práctico de que tengo que estar aquí. Besos para el Sur del Sur, bella.