Hoy por fin tengo tiempo para sentarme con calma y repasar mis fotos de 2008. Puedo resumir ese año básicamente con el nombre de una ciudad: Montevideo. Además hoy es domingo y los domingo toca Café del Sur y el de hoy suena a candombe, carnaval y tambores rioplatenses.
Pero hoy no estoy mirando esas fotos con nostalgia o con las ganas de volver pronto. Hoy busco a Jorge. Y no tengo ninguna foto suya. Ninguna. Guardo fotos de toda mi vida y las tengo perfectamente clasificadas y ordenadas, así que no es que se me haya traspapelado en alguna carpeta que ya aparecerá. No. Sólo he encontrado ésta en la que aparece de espaldas.
Estábamos en el Memorial de los Desaparecidos de Montevideo después de visitar el Cerro y -cómo no- era domingo. No tocaba trabajar pero nos habíamos apuntado en plan familiar a una de las excursiones que organizaba la Intendencia Municipal. Se ve claramente el termo con el agua caliente en su mano izquierda y apuesto a que en la derecha llevaba el mate perfectamente cebado.
Huelo el mate y oigo sus risotadas.
Y nos veo entrando en el Salón de los Pasos Perdidos del Palacio Legislativo. Yo llevo grabadora y libreta. Iván anda por ahí con la cámara de fotos. Jorge carga con el trípode, el micro y la cámara de vídeo. La agencia está en plena euforia audiovisual y él encantado con los vídeos. Creo que siempre estaba encantado con cualquier noticia que nos tocase cubrir. Aquel día en concreto íbamos a una gala de entrega de premios deportivos. Os podéis imaginar cómo estaba yo de perdida, pero nunca me sentí fuera de lugar. Jorge se encargaba de presentarme a todo el mundo, a los compañeros de profesión, a los encargados de prensa del evento en cuestión, a los políticos con los que había que hablar, al personaje que tal vez me podría interesar para un reportaje otro día…
El anfitrión perfecto.
Huelo el mate y veo su sonrisa enorme.
Y sus ojos que saludan desde el escritorio y me da los buenos días, para acto seguido levantarse y plantarme un beso. Todos los días. Cada día de trabajo desde el primero que entré por la puerta de la oficina.
Huelo el mate y veo la mesa de la cocina de la agencia.
El café está recién hecho y hay una bolsa de bizcochos (ojo que los bizcochos uruguayos no tienen nada que ver con los nuestros) o tal vez un strudel que ha traído Héctor. Toca descanso, Nancy sale de su despacho y puede que sea invierno en el Sur y tengamos también de compañero temporal al otro Iván. Jas también asoma la cabeza y Jorge cuenta anécdotas sin parar. De lejos se escucha el estruendo de la vieja máquina de teletipos, compañera inseparable de Pepe Leiva.
Huelo el mate y cuento los kilómetros.
Compartimos mucho coche y muchas esperas para ruedas de prensa, comparecencias en el Mercosur, el Centro Cultural España o en uno u otro ministerio. Compartimos a Macarena y a Galeano. Y a Fernando Lugo y nos reímos de su parecido físico indiscutible. Compartimos charlas sobre sus trabajos como enviado especial al Mundial 82 o a la Copa América, pero también hablábamos mucho de historia uruguaya, de sitios para ir un finde de paseo, del carnaval, la murga y el folclore. Y no me lo dijo nunca pero sé que estaba encantado con mi forma de disfrutar y mirar su ciudad, su país.
Huelo el mate y huele a asado.
Y a familia. Porque están Lorena y Rodrigo, Silvia y Joaquín, Ana, Leonor, Damián, Daniel… Tal vez hasta estén mis padres que también les tocó asado con todos ellos.
Pero hoy es diciembre de invierno en el Norte y llevo dos días intentado escribir ésto.
Viernes. 21.38. Voy camino a casa después de un día de curro pre-navideño de los tremendos. Me salta un mensaje en Facebook: María, te tengo que dar una horrible noticia que acabo de conocer. Es Jas desde Bolivia para contarme que ya no me va a dar tiempo a despedirme de Jorge Figueroa.
Así que tengo que buscar su foto y sólo encuentro una y está de espaldas. Pero no hace falta más.
Huelo el mate y me levanto a darle un beso yo a él.
Hay poca gente a la que pueda llamar realmente «compañero» en esto del periodismo y él siempre será uno de ellos. Por todo lo que me enseñó y por todo lo compartido. ¡Gracias Jorge!
Maravillosa persona jorge, excelente amigo, super generoso, amable, divertido, de esos que te llenan el lugar cuando entran; De esa gente que cuando se va, no te deja vacío, te dejan lleno de recuerdos, recuerdos como los tuyos María.-
Hermossísima nota, te felicito
¡Gracias Karina! Un beso