Toca dormir una semana, medio mes… un año.
Toca arrancarse los nudos a bocaos, que el estómago está harto de que se le posen todas las penas.
Toca mirar de frente, que a ver si me quito la costumbre de buscar(te) de reojo.
Toca romper el cántaro, gruñir un poco y dejar de hacerse la tonta. Porque solo queda el ya pasó, que ya fue, que no se vuelve.
Nunca más es antes.
Me doy tregua.