Un nudo y una sonrisa

Son las 08.45 y entro a trabajar a las 09.30 pero tengo un runrún dentro desde ayer que hay que dejar salir de alguna manera y ya que una tiene un medio digital, habrá que aprovecharlo. Sé que a Eva no le va a importar que use nuestro Diario para un desahogo como éste.

En la tarde del viernes me puse a cribar los 70 mails que teníamos sin revisar para sacar algo de cara al fin de semana. Casi todo notas de prensa institucionales, algo de publi, la alegría de nuestros colaboradores semanales… Y de pronto, una convocatoria del alcalde de Ribadedeva (sí, algunos escriben ellos mismos a la prensa) para una ofrenda floral que se realizará hoy en Colombres.

Y entonces… BUM. El nudo.

Agujero de gusano en el tiempo y el espacio y viaje a 1998. Llanes. Ocho de la mañana. Primera hora de clase. Primero de Bachillerato. Creo que estábamos en lengua con Luján y los de Colombres no habían llegado. En mi clase faltaba Sofía. Qué raro… Nos mandaron para casa. 1998. Ni internet, ni redes sociales ni la rapidez informativa de hoy en día así que fue todo a cuentagotas.

Diego. Valentín. Fernando. Sofía. Adela. Verónica. María.

Y los heridos… Y el vacío de aquellos días.

BUM. El nudo.

Cierro el mail de Colombres, publico la convocatoria y estoy en Gijón. Son las 19.30 del viernes. 2018.

Me levanto hoy y lo único que tengo en la cabeza es una excursión a esquiar al Alto Campoo, aunque algunas más que bajar laderas lo que hicimos fue comer más nieve que otra cosa. De ese viaje tengo una foto que es la que hoy se me fija en la memoria y me hace sonreír a pesar del nudo: Valentín comiendo un bocata en el suelo del aparcamiento partiéndose de risa con Ceci (saludos a China si sigues por allí).

Así que me voy a trabajar y a sonreír y a poner muchas flores desde la distancia hoy en Colombres. Porque los recuerdos se lo merecen.

Publicado en el Diario del Oriente

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