Vacaciones 3

Creo que aún no había expuesto en este blog mi teoría sobre la carencia de vuelo de los pingüinos y ya va siendo hora. Para ser justa, la teoría se la debo a un compañero del colegio mayor de Oviedo, buena pieza y actual «cerebro fugado» de la nación que ejerce de científico en New York.
Los pingüinos no vuelan por la simple razón de que se les olvidó que pueden. Y la mayoría os habréis quedado perplejos y os preguntaréis que narices habrá desayunado esta… Pero os lo explico con calma. Se trata de procurar no ser pingüinos, es decir, que no se nos olvide «que podemos»… ¿Y con qué podemos? ¡Con lo que nos echen! Y precismante antes de ver cara a cara a estos animalejos me tuve que aplicar la teoría en propia carne y convencerme de que podía conducir a pesar de llevar ¿un año? si ponerme al volante.
Respiré hondo y p’alante… que si ancha es Castilla, la Patagonia ni os lo imaginais y entre carreteras de ripio y paradas estratégicas para sacar fotos y disfrutar un poco le dimos la vuelta a la Península Valdés y nos echamos a la espalda casi 600 kilómetros en 26 horas.¿Resultado de la locura? Lobos, leones, elefantes y hasta «osos» marinos, pingüinos, ballenas francas australes, el atlántico sur azul profundo y un armadillo «aperrao» que parecía Luna pidiendo comida.
Si alguien se acerca por allí a partir de enero que no dude en parar en la playa del Doradillo (en el camino desde Puerto Madryn hacia Puerto Pirámides por la costa), que busque el único puesto de comida que habrá allí y se coma un choripán a mi salud.
La tarde que paramos en el Doradillo un matrimonio jugaba con una nena en la orilla, y paseaban despacito, sonriendo… El hombre nos contó que acababan de concederle el permiso para montar el primer (y único) chiringo de esa playa y ya tenía claro lo que iba a armar y ofrecer a los turistas en cuanto llegase la temporada.
Tenía cara de haber recordado que podía volar.

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